Hernán Cortés, el famoso conquistador español, tomó una decisión radical cuando llegó a las costas de México en 1519. Ordenó quemar o inutilizar los barcos de su expedición, eliminando cualquier posibilidad de retirada. Este acto fue un mensaje claro para su ejército: no había vuelta atrás, la única opción era avanzar, luchar y conquistar. Esta historia se ha convertido en un símbolo de compromiso total, una mentalidad de "todo o nada" que muchos aplican cuando enfrentan grandes retos.
Curiosamente, esta estrategia resonó profundamente en mi vida cuando mi esposo y yo tomamos la decisión de emigrar de la República Dominicana a los Estados Unidos en busca de un futuro mejor para nuestra familia.
Recuerdo bien que, cuando decidimos emigrar, pensé en dejar abierta una puerta trasera, una opción de regreso por si las cosas no salían como esperábamos. Le dije a mi esposo que no vendiéramos nuestro negocio de eventos y que nos turnáramos para viajar cada mes a supervisarlo desde los Estados Unidos. También sugerí no vender nuestro apartamento, sino alquilarlo, de manera que si algo fallaba en nuestro nuevo destino, podríamos regresar a la seguridad de nuestro hogar y nuestra fuente de ingresos.
Pero entonces mi esposo, de manera sabia, me recordó la historia de Hernán Cortés. Me dijo: “Si dejamos esas puertas abiertas, no nos vamos a comprometer al 100% con nuestra nueva vida. Si sabemos que tenemos un techo y un negocio al que volver, siempre habrá una excusa para no adaptarnos por completo”. En ese momento, no lo entendí del todo. La incertidumbre de empezar de nuevo, en un país diferente y sin saber exactamente a dónde íbamos a trabajar, me asustaba. Pero, a pesar de mis dudas, acepté y vendimos el negocio y el apartamento.
Los primeros meses en los Estados Unidos fueron difíciles. El proceso de adaptación fue lento y los recuerdos de nuestra vida en la República Dominicana pesaban. La familia, las amistades y la seguridad que habíamos dejado atrás se hacían sentir en cada momento de dificultad. Sin embargo, con el tiempo comprendí la sabiduría detrás de la decisión de “quemar nuestros barcos”.
Al no tener un lugar seguro al que regresar, no tuvimos otra opción más que comprometernos por completo con nuestra nueva vida. Nos adaptamos, superamos obstáculos y construimos una nueva realidad para nuestra familia. Si hubiéramos dejado esa puerta abierta, probablemente no hubiéramos hecho el esfuerzo necesario para integrarnos, buscar oportunidades y echar raíces en nuestra nueva vida. La seguridad de tener algo a lo que regresar habría debilitado nuestro compromiso.
Así como Cortés eliminó la posibilidad de volver atrás para motivar a su ejército a avanzar con toda su fuerza, nosotros, al cortar nuestras conexiones con el pasado, nos empujamos a mirar hacia adelante. No había vuelta atrás, y eso fue lo que nos permitió construir una nueva vida llena de logros y satisfacciones.
Esta experiencia me enseñó una lección valiosa: cuando decidimos dar un gran paso, como emigrar, emprender un nuevo proyecto o hacer un cambio radical en nuestra vida, a veces es necesario quemar nuestros propios barcos. No se trata de actuar de manera impulsiva o irresponsable, sino de comprometerse por completo con el nuevo camino, sin dejar espacio para la duda o la tentación de retroceder ante la primera dificultad.
Hoy, puedo decir con orgullo que fue una de las mejores decisiones que tomamos. La incertidumbre inicial dio paso a nuevas oportunidades y una vida enriquecedora para nuestra familia, algo que no habría sido posible si hubiéramos dejado esa puerta entreabierta.
Si alguna vez te encuentras en una situación similar, recuerda la historia de Cortés. A veces, quemar los barcos es la mejor manera de asegurarte de que darás todo de ti para conquistar tus propias metas.
Comments